La historia de la terapia cognitivo conductual

La terapia cognitiva conductual fue inventada por un psiquiatra, Aaron Beck, en la década de 1960. Él estaba haciendo el psicoanálisis en un momento y observó que durante sus sesiones analíticas, sus pacientes tendían a tener un diálogo interno en sus mentes, casi como si estuvieran hablando consigo mismos.

Pero solo le reportaban una fracción de este tipo de pensamientos.

Beck se dio cuenta de que el vínculo entre los pensamientos y los sentimientos era muy importante.

Inventó el término pensamientos automáticos para describir pensamientos llenos de emociones que podrían aparecer en la mente.

Beck descubrió que las personas no siempre estaban al tanto de tales pensamientos, pero que podían aprender a identificarlos e informarlos. Si una persona se sentía triste de alguna manera, los pensamientos solían ser negativos, ni realistas ni útiles.

Beck descubrió que identificar estos pensamientos era la clave para que el cliente entendiera y superara sus dificultades.

Beck lo llamó terapia cognitiva debido a la importancia que le da pensar.

Ahora se conoce como terapia cognitivo-conductual (TCC) porque la terapia también emplea técnicas conductuales.

El equilibrio entre los elementos cognitivos y conductuales varía entre las diferentes terapias de este tipo, pero todas se incluyen bajo el término genérico de terapia de comportamiento cognitivo.

Desde entonces, la TCC ha sido sometido a pruebas científicas exitosas en muchos lugares por diferentes equipos, y se ha aplicado a una gran variedad de problemas.